Es el tiempo de las sangrías voluntarias. Es una necesidad fisiológica de dejar la sangre salir pausadamente, arrastrando toda la mierda que acumula y ha acumulado.
Es sumegirme en el error sabiendo que me estoy equivocando y sufrir por ello. Es ver cómo las situaciones en las que deseo meterme se vuelven en mi contra y me apalean el alma.
Es entregarme a la violencia de mis propios espíritus. Es ponerles una mejilla, la otra, un brazo, el cráneo y todos los centímetros de mi cuerpo para que desencadenen su ira libremente.
Es, más que nada, la necesidad de sufrirme para entender cómo me sufren los demás.
A veces el sabor de la sangre propia en la boca enseña mucho, sobre todo te enseña a cubrirte mejor o a cubrir mejor a los demás.
ResponderEliminarNo está mal hacer autocrítica de vez en cuando pero tampoco es bueno desangrarse.
Ánimo, a veces las decisiones equivocadas se tornan acertadas con el tiempo.
Abrazos infinitos.