miércoles, 3 de enero de 2018

Abrir la caja

Ayer pasó. Fue como si hubiera estado levitando, subiendo alto hacia el cielo descontroladamente como lo haría un globo de helio. Henchida de felicidad, de alegría, de amor por lo que hay, por lo que es y por los que están y, milagrosamente, también de amor por mí misma.Viendo el suelo desde una altura inconcebible para un día cualquiera; despeinándome el moño con las aristas de las estrellas. Con la sonrisa puesta y más grande que la de Mick Jagger mirada a través de una lupa. Ayer subí; subí y anduve descalza por la luna. Ayer el pez fue un superpez cósmico.

Hoy, sin embargo, del mismo modo en el que lo hacen los globos de helio, me he levantado espolvoreada por el parquet, sin contenido, y viendo a ver cómo consigo darle forma a este polvillo para que sea capaz de acometer el nuevo reto diario, que, como cada día desde hace siete meses, viene pisando fuerte a la única neurona extasiada que me queda. Da un vértigo mortal, incluso estando a ras de suelo como esta mañana, el bajarse de la obligación y dedicarse una a peinarse un poco las ganas. Pero, al parecer, la vida es así. Y yo quiero y creo creérmelo. Dudo que una pelusa polvorienta pueda llegar más lejos hoy que mi ser profundo diciendo basta, y así poder abrir la caja del tiempo de oro, y dedicármelo, después de tanto tiempo, para llorarle a lo llorable y agradecerle a la vida por haberme traído hasta aquí, aun con todo este equipaje.

"Este viaje va a llevarnos muy lejos." Voy a cerrar los ojos un rato. Luego los abriré para ver por dónde vamos.

lunes, 27 de marzo de 2017

Una casa con flores

Yo quiero una casa con flores.
Quiero una casa con una sala de estar a la que se entre por un pasillo de ser.
Quiero una casa en la que la ropa huela a hogar y la piel se vista de salud y de vida. Una casa en la que pueda reír, llorar por exceso o por defecto, blasfemar, ensalzar nuestra condición de vivos, querer, amar, dormir y agradecerlo todo.
Quiero una casa cerca; al lado de lo que nunca se puede tener lejos.
Quiero una casa que irradie calor ya desde el mismo felpudo. Quiero que me tiemblen las manos de ganas -y no de desgana- cada vez que se apresuren para encajar la llave en la cerradura. Quiero que la puerta se abra hacia la libertad.
Quiero que mi casa esté colmada de amor; que el futuro, siempre a favor de nuestro bien personal sea cual sea el punto de destino, trepe por las paredes como la madreselva y envuelva nuestras estancias. Las hojas verdes serán reflejo de lo vivo y lo que permanece, y las flores asumirán el encargo de formar las constelaciones estelares que nos iluminen los días y nos mantengan orientados en espacio, tiempo y persona. Quiero regar la madreselva contigo, seas tú quien quiera que seas, que quieres tan fuerte y bonito a mi futuro como yo quiero al tuyo -a veces no sé cuál es cuál-.

La calma de las montañas me cura muchas mareas pero levanta tempestades que ya no encuentran su sitio aquí. Cerraré los ojos, respiraré de este aire que dicen bueno para la salud y aprovecharé el tiempo que resta en este lugar tan cerca del horizonte para elegir cómo decorar mi casa: con flores, contigo o, mejor, con los dos.

jueves, 24 de noviembre de 2016

Desvelo

Marejada en el sueño.
Se me está enredando el querer mucho con el querer bien.

Quiero hacerle desaparecer de este punto de confluencia de espacio y tiempo, pero creo que no debo.
Hay que beber de estos entuertos y destilar el mensaje preciso.
Ponerse una ciega de verdad.
Padecer una resaca vital y vitalicia de saber querer, solo.

miércoles, 26 de octubre de 2016

Be water

El agua nunca fluye hacia arriba de la montaña.

Sentada en el filo de la quietud observo el río, y voy dejando que se aburran mis prisas por alterar el ritmo de las cosas. Respiro de la brisa de un aire nuevo. Cierro los ojos. Cierro las puertas de mi juicio. Me sube por los pies una agradable sensación de calma y se me cuela en el pecho un sentimiento de amor impoluto hacia no sé muy bien qué, quizá a la vida. Sigo respirando, feliz, con los ojos aún cerrados y medio cerebro en pausa. Oigo el agua y la imagino al fluir. Me dejo llevar.

Hoy sólo sé que soltar las riendas y dejar que mi presente desbocado retoce hace brotar en mí la esperanza más grande que he sentido nunca. Esperanza de que mi cabeza loca, controladora y tendente a incurrir en los mismos errores frutos de la prisa, quede relegada a un segundo plano gracias al empoderamiento de mi confianza en la salubridad de un libre devenir, sea cual sea el punto de destino.

lunes, 10 de octubre de 2016

Nuevas eras

Parece como si no hubiera pasado nada, y en realidad ha pasado casi todo. Más que una cuestión de cantidad resulta una cuestión de calidad, de modo que lo correcto no es medir el cambio en "cosas" si no en "maneras". Es como si los muebles viejos hubieran salido sigilosamente de mi habitación durante el sueño y los nuevos hubieran venido a buscar su sitio antes de aparecer las primeras luces.

El pequeño pez que nadaba embobado en su pecera, pegándose de morros contra las esquinas infinitas del cristal, en algún momento adquirió el don del salto y ahora corretea por los suelos de la casa y de la vida. Poco a poco ha ido aprendiendo a identificar las oquedades por las que colarse cuando el aire de un lugar se vuelve irrespirable o simplemente se aburre de los mismos olores. Tal es la agilidad que está desarrollando que incluso puede atravesarlas y llegar al otro lado. Y en ese otro lado procede de la misma manera: merodeo, olfateo, uso y disfrute de lo disfrutable, y cuando lo disfrutable está próximo a agotarse o lo ha hecho: agradecimiento, despedida y viaje a otra parte. Es importante el cambio en el modo de viajar a la otra parte: en la maleta sólo va lo justo y necesario; nada de llevarse las piedras para construir el próximo castillo en el aire o en la superficie que se tercie. Lleva, eso sí, como siempre y como la mayoría, un pequeño cuadernillo de abordo en el que dejar registro de aquella información que pueda llegar a ser útil en algún momento. Esta vez también mejorando la técnica de las anotaciones: abogando por la brevedad, la practicidad y la claridad, ahorrándose el esfuerzo de redactar los juicios y autorreproches, y ahorrándose también el esfuerzo posterior de tener que leerlos.

Se puede decir que este pez ha tenido un pequeño contacto con la sabiduría, al fin, y ha tenido a bien el abrirle la puerta a la liviandad. Además, ha asumido -de nuevo, al fin- que la magia está en no esperar y que lo único que es necesario proyectar en el universo es el mismo amor.

Resulta inevitable no parafrasear para cerrar estos párrafos al autor de muchos de mis influjos de inspiración :

         "Cuanto más amor das, mejor estás."
                                            Outro, Kase O.


martes, 16 de agosto de 2016

Alquimia

Es la mezcla perfecta hecha con la mejor selección de los ingredientes de la despensa del caos. No hay caviar del bueno, pero tampoco chopped de lata. Lo mejor de todo es que esta vez no hay colorantes ni conservantes; así, a lo loco, y dejando que este mix evolucione como al tiempo le venga en gana. Si de pronto sorprende el moho, algún vestigio de olor ignoto o las orejas de mi hartura, basta con acudir de nuevo frente al armario y dejar volar libre la imaginación en aras de crear un nuevo potaje vital. Y será así, a lo loco, que se perfila como el toque preciso para conseguir un sabor óptimo.

domingo, 3 de julio de 2016

El olor de las mimosas

Bajando por la avenida me embeleso.
Podré ganar, podré aprender,
Podré ignorar, podré perder.
Pero olor de las mimosas...
Eso es lo más cierto de lo que sucede
Y no me lo quita nadie.