domingo, 29 de junio de 2014

Des-esperar

Ya no sé hasta qué punto está bien dejar crecer la esperanza. Al final terminas por maquillar todo lo improbable haciendo que parezca probable en algún punto del tiempo infinito, viviendo a expensas del cambio.

Me planteo si lo inteligente es quizá no esperar nada, plantarse en lo peor y sorprenderse cuando a la vida se le antoje ponerse de tu parte, o si tal vez todo esto tenga que ver con darle más oportunidades al presente y dejar que el futuro se construya solo, sin interferir, ni mediar, ni ansiar, sólo entregándose en cuerpo y alma al destino.

De los creadores de "Acotando el perímetro de los miedos" hoy llega "Buscando la profilaxis para los dolores del alma".

sábado, 28 de junio de 2014

Experimento

Aventurarse, vivir, liarse la manta a la cabeza y desconocerse para conocerse.

A juzgar por lo que chapurreo en estos folios cada vez que tengo la necesidad de volver, todo apunta a que lo que anda primando en estos tiempos en lo profundo de mi ser es la experimentación. Estoy siendo investigador y conejillo de indias, simultáneamente. Ganando puntos en osadía, y acotando cada día un poco más el perímetro de mis miedos para poder incidir sobre ellos, pero abrumada, y muchas veces anulada, por el hecho de tener que vivirlos al testarme.

Uno de los principales objetivos de la investigación es abolir este intento por rememorar cada palabra pronunciada, cada gesto, cada exclamación, entrando en un bucle de ansiedad y juicios de valor cuando he distado de estar acertada. Probablemente, confiando más en mí puedo lograr revertir esta manía, y, tal vez, confiando más en mí desde el minuto cero quizá pueda cuidarme de desaciertos potenciales.

Ojalá todas las reformas del alma se pudieran hacer en lo que dura un chasquido de dedos, pero supongo que debo armarme de paciencia y darle tiempo al tiempo.

Empezaré por pulir el parquet, sin prisa pero sin pausa.

lunes, 9 de junio de 2014

Osar

Quién pudiera hacer del ridículo una pértiga para propulsarse hacia el siguiente capítulo y así dejar de dar vueltas alrededor del error cometido en tiempos pasados.

Ya tengo el "La vida es de los valientes" y el "Quien no arriesga, no gana". Ahora sólo me falta el "No hay mal que cien años dure, ni cuerpo que lo aguante" y un poco de "El único hombre que no se equivoca es el que nunca hace nada" para terminar este guiso de coraje.