jueves, 4 de junio de 2009

Mis puertas perdieron su quicio tras un estallido de ansiedad. Mis neuronas arden y tiemblan, a la vez que que va despilfarrándose la arena de los relojes.
Si hay algo bueno es que estoy aprendiendo a caminar para atrás. Si hay algo malo es que estoy al borde del abismo; de la hecatombe emocional y circunstancial.
Ojalá llueva y por lo menos me pegue un chapuzón, antes de estamparme contra piedras a modo de estacas. Que se corra la tinta de mis apuntes. Que la sanidad mejore antes de que muramos todos de enagenación, que yo la miraré desde fuera.

¡Diantres! Mis apuntes están escritos a lápiz.

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