martes, 16 de junio de 2009

Fueron toques invisibles, pero suficientes para tirar de los párpados hacia arriba y ver que no había nada de aquello que dijo. Ahora, ni los salmones recién pescados dan más vueltas sobre una superficie al calor de la noche madrileña.
Esta es la hora en la que los búhos duermen, la Luna ronca...y las niñas esperan. Esperan a oir a Maga cantar unos segundos de Una piel de astracán mientras vibran mesas haciendo un estruendo admirable. Un estruendo que creo haber desoído siempre, cuando realmente no se ha producido nunca.
La rabia, la menstruación y los ojos como platos guiarán mis pasos hacia el sofá, donde me esperan unos cuantos documentales de National Geographic. Pero esta noche, lo siento, no veré ninguno de cerebros musicales ni nada que se acerque lo más mínimo.
Que duermas bien...y aprendas a comprometerte mejor.

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