martes, 8 de julio de 2014

Estonosepara

Vuelve a salir a escena la esperanza. Por haberme aferrado a la esperanza de que ocurriera el milagro que necesitábamos para salir a flote, colmé de malas hierbas el tiempo de la transición.

Sería un error que me arrepintiera de haber alargado el tiempo hasta la resolución final, puesto que lo hice por mi convencimiento de que el motor pudiera volver a encenderse, de que pudiera ocurrir que volviéramos a bailar como lo hacíamos allá por el 2009. En algún lugar de mi cuerpo estaba esa sensación de no estar viendo que eras la persona adecuada; echarte tanto de menos cuando te alejabas unos milímetros no podía ser algo fútil. Finalmente, el puerto que esperábamos nunca llegó. Tú tratabas de alcanzarlo y yo, de algún modo, lastraba el movimiento de nuestro navío, dejándonos a la deriva.

Eso, que parece lo peor de todo, a mi juicio no lo es. Que almas, en un principio en sintonía, vayan en sentido opuesto ocurre a cada segundo en algún lugar del mundo, aunque sea un asco. Para mí, lo más indeseable de toda esta trama ha sido el cóctel resultante de mezclar el stand-by, la confusión y la frustración. Esta mezcolanza ha sido el caldo de cultivo para el crecimiento de las malas hierbas; errores cometidos en el contexto de un vacío legal que han conseguido vulnerar nuestros profundos cimientos, uno de nuestros puntos fuertes. Eso sí que me atormenta. Al final se termina por deconstruir lo que se estaba intentando construir, haciendo que todo pierda el sentido y alejándonos un infinito más, justo lo contrario a lo deseado. De esto sí que me arrepiento. A pesar de haber surgido en el contexto del más hondo caos, ha ocurrido y, por eso, quiero disculparme; no te lo mereces, ni te lo has merecido, ni te lo merecerás jamás. Todas las ganas de matarnos que nunca habíamos tenido, a pesar de todo lo vivido, si las ha traído alguien sin duda he sido yo. Te pido perdón.

Supongo que -o quiero suponer que-, una vez que hayamos arribado a nuestros respectivos puertos, nos veremos con otros ojos. Me encantaría que el rencor quedara en el fondo del océano, pero soy realista: sé que a veces flota.

Una vez más no queda otra alternativa que darle tiempo al tiempo. Por lo que a mí respecta, tienes todo mi apoyo, mi cariño y mi aliento para todo. La deuda vital que tengo contigo es infinita. Creo que nunca podré pagarte suficientemente lo que has sido, hecho y dado por mi vida, mucho más de lo que habría dado un padre, una madre, un amigo o cualquier pareja. Aunque esto último suene a locura y exacerbación, sabes, como yo, que es una realidad.

 Sin más preámbulo: Estonosepara.

1 comentario:

  1. Tras esto y en vista de que ya has leído parte de mis nefastas experiencias, sólo puedo dejarte un abrazo infinito.

    Mucho ánimo.

    ResponderEliminar