lunes, 10 de octubre de 2016

Nuevas eras

Parece como si no hubiera pasado nada, y en realidad ha pasado casi todo. Más que una cuestión de cantidad resulta una cuestión de calidad, de modo que lo correcto no es medir el cambio en "cosas" si no en "maneras". Es como si los muebles viejos hubieran salido sigilosamente de mi habitación durante el sueño y los nuevos hubieran venido a buscar su sitio antes de aparecer las primeras luces.

El pequeño pez que nadaba embobado en su pecera, pegándose de morros contra las esquinas infinitas del cristal, en algún momento adquirió el don del salto y ahora corretea por los suelos de la casa y de la vida. Poco a poco ha ido aprendiendo a identificar las oquedades por las que colarse cuando el aire de un lugar se vuelve irrespirable o simplemente se aburre de los mismos olores. Tal es la agilidad que está desarrollando que incluso puede atravesarlas y llegar al otro lado. Y en ese otro lado procede de la misma manera: merodeo, olfateo, uso y disfrute de lo disfrutable, y cuando lo disfrutable está próximo a agotarse o lo ha hecho: agradecimiento, despedida y viaje a otra parte. Es importante el cambio en el modo de viajar a la otra parte: en la maleta sólo va lo justo y necesario; nada de llevarse las piedras para construir el próximo castillo en el aire o en la superficie que se tercie. Lleva, eso sí, como siempre y como la mayoría, un pequeño cuadernillo de abordo en el que dejar registro de aquella información que pueda llegar a ser útil en algún momento. Esta vez también mejorando la técnica de las anotaciones: abogando por la brevedad, la practicidad y la claridad, ahorrándose el esfuerzo de redactar los juicios y autorreproches, y ahorrándose también el esfuerzo posterior de tener que leerlos.

Se puede decir que este pez ha tenido un pequeño contacto con la sabiduría, al fin, y ha tenido a bien el abrirle la puerta a la liviandad. Además, ha asumido -de nuevo, al fin- que la magia está en no esperar y que lo único que es necesario proyectar en el universo es el mismo amor.

Resulta inevitable no parafrasear para cerrar estos párrafos al autor de muchos de mis influjos de inspiración :

         "Cuanto más amor das, mejor estás."
                                            Outro, Kase O.


1 comentario:

  1. Saltar es el paso inevitable cuando metamorfoseamos, correr como locos y respirar el aire como si nos diera la vida misma, después viene la aceptación de que todo tiene un final y de que quemar etapas no es tan malo ni trágico como parece. Y luego queda otro paso que es en el que estoy yo ahora, en el de la nostalgia/tristeza infinita de echar de menos mi planeta, si es que existe.

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