sábado, 31 de octubre de 2015

Conquistarme

Me está costando un infinito y parte del otro asumir que toda esta mierda es buena para mí. Los días pasan vacíos y me siento incómoda en cada esquina del tiempo.

Tengo dos montones: uno de apuntes que estudiar y otro de ganas, de ganas de diversas cosas que aún no sé diferenciar. Y aquí estoy, sentada en el medio de los dos sin saber muy bien por dónde empezar a ordenar este desastre. Lo más sensato sería empezar por los apuntes, y emparejarlos con sus respectivas ganas de estudiar, dado que el tiempo apremia. Pero lo primero que pillo cada vez que me acerco al montón de las ganas son las ganas de que esto acabe; de que venga alguien y me ayude a desenmarañarme.

Sé que es normal que este sentimiento acompañe en los primeros pasos que das como persona que ha renunciado a ser dependiente. También sé de sobra que Roma no se construyó en un día, y que debo concederme paciencia y tiempo. Pero también sé que dudo de mi valentía a cada segundo, que tengo unas ganas locas -esas sí que las tengo localizadas- de tirar la toalla y entregarme a la "mala vida" de nuevo,  y que, a la vez, no puedo permitirme desertar en esta batalla. Esta es la primera batalla del yo por el mí a la que me enfrento de verdad. La primera batalla del yo por el mí en la que no participa el ego, sólo la consciencia pura y el deseo de quererme bien y sanamente. Cabeza y corazón tienen que aliarse férreamente por una vez en la vida en pos de conseguir la mayor de las conquistas: la conquista de mí misma. Porque ha llegado ese momento preciso de conquistarme y no de que me conquisten.

Quiero que pronto el momento preciso me termine pareciendo, además, precioso y preciado, por llenarme el alma de la alegría profunda de haber sido capaz salir vivita y coleando por mi propio pie de esta maraña.

1 comentario:

  1. ¿Sabes? hasta los valientes sienten miedo cuando saltan en paracaídas.

    Es muy normal, cuando se rompe una rutina, querer volver a ella de vez en cuando, porque cambiar, digan lo que digan, cansa mucho, se transitan muchos sitios inexplorados y se descubren muchas cosas que aunque son muy interesantes, también apabullan.

    Pero al final hay que enamorarse de uno mismo antes que del mundo, es el primer paso para la paz.

    Ánimo en este viaje interno.

    Salud.

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