A ti, submarinista:
Déjame burbujear. Burbujeo porque me gustas, pero si a ti no te gusta, apresura tus aletas y emerge. La esperanza de que algún día me lleves a conocer tierra en tu red está guardada entre algunos millones de pompas, así que ya estará flotando cuando llegues a la frontera con el aire.
Que tengas buen viaje de vuelta hasta el infinito, joven aventurero de las aguas.
Me ahogas, pez.
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