viernes, 8 de octubre de 2010

Andarse con pies de plomo sobre imanes es hartamente complicado.
Cuando tiendo a llevar ideas fortuitas por el camino de la sinceridad sin fin, puedo provocar desastres masivos sobre personas con corazón grande y de gelatina roja.
Me arrepiento de lo que acabo de dejar salir de mi boca y no te he podido explicar, y veo cómo te sangra el azúcar. No hay torniquetes, ni tapones, ni nada.
Estás lléndote a trabajar, dejando un rastro dulce que a mí me huele a culpa y puntos en la boca.

2 comentarios:

  1. Es un dilema el verse obligado a elegir entre sinceridad y amabilidad. Sabes que de cualquiera de las dos maneras algo va a ir mal; algo va a romperse.

    ResponderEliminar
  2. Siempre he pensado que la sinceridad debe ser la base de todo, aunque bien es cierto que supone un grandísimo dilema. ¿Hacer daño a otros o hacérnoslo nosotros mismos?

    No soltar lo que llevo dentro siempre ha terminado dañándome a mi.

    ResponderEliminar