Ha llegado el día en el que me pregunto por qué las bolsas de basura más grandes son tan pequeñas.
Me comen las toneladas de bazofia sobre las que me siento a lamentar los olores de la podredumbre. Toda mi ropa apesta y tengo sucias las pestañas. Hasta el aura. Las cervicales se me quieren separar, los pies andan a años luz sin moverse del sitio y mi cara es la misma que la de alguien que ha muerto en vida.Y yo vivo, y me alegro, y me circula la sangre, pero estoy varada en la suciedad.
Mi respiración va más rapido cada vez, al igual que los remeros de mis ojos. Se me han roto los músculos y los huesos y las ganas.
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