miércoles, 16 de septiembre de 2015

El Big Bang de las tristes Ds

Arrastrando lo pies hasta la cama, habiendo perdido el hilo, perdido el norte y perdida la calma, se me viene un vacío vacío de sentido que se posa en un sitio a mi lado y me recuerda mi estupidez. Esa estupidez de pensar que hace falta una mitad que te complete para encarar la vida felizmente y con energía, como si de un círculo rodando se tratase.
Todos sabemos que un semicírculo lo máximo que llegará a hacer si se impulsa será darse la vuelta. Y así, como una letra D despanzurrada contra el suelo, van pasando los días a la espera de noticias de otra D en la misma situación, pensando que hay un submundo lleno de tristes Ds. Y, en efecto, lo hay, pero la verdad es que, si me esfuerzo un poco y pienso sin que me hierva la sangre de impaciencia, creo que lo que menos me gustaría -y menos me convendría- es ser la parte suave del velcro que se pegue a la parte pinchuda del velcro de otra triste D.
Mi espíritu en ebullición necesita expandirse, pero está perfectamente contenido por los confines de una triste D, construida mano a mano entre una adolescencia traumática y Disney y sus princesas ávidas de príncipes. Dentro de esta D hay un enjambre de moléculas a la espera de un enorme Big Bang que no termina de llegar. Quiero pensar que anda rondando la esquina, y que pronto y me haré una pequeña pero flexible O, que ruede, que crezca y que no se despanzurre.
Caprichoso mi destino que no hace más que ponerme Oes en el camino en lugar de tristes Ds. Lo sencillo que parece adherirse a una triste D y rodar en conjunto, y lo brutal que se vislumbra la hecatombe del día en que se malogre el velcro, se vaya todo al garete y las dos Ds se desplomen estrepitosamente de nuevo. Me gusta creer que es por esta reflexión por la cual el destino me va dando pistas de la meta a la vez que retos para superarme y llegar hasta ella.
Mientras pienso todo esto, aquí dentro sigue a fuego vivo el hervidero molecular. Lo cierto es que cada día me siento más preparada para la explosión y la expansión inmediata, y además se va destruyendo el miedo a que eso ocurra. Ahora tan solo hay que esperar a que llegue el momento "luces, cámara acción" y hacerme infinita en la mejor parte: "acción, reacción, repercusión".




2 comentarios:

  1. Creo que hace un año sentía exactamente lo mismo: me falta una parte que complete mi D.

    Hoy no pienso igual, creo que soy una O bastante más grande que la que tiene mi propio nombre y empecé por dibujarla dentro de esa D. Nadie ha dicho que la O no pueda expandirse si se rellena con los materiales adecuados, incluso hasta a llegar a romper la D.

    Salud.

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  2. Todo es deconstruir la D para ser una O feliz, sea antes o después de empezar a construir esa O, que es el reto más difícil. Cuando empiezas a lograrlo, además de hincharla de independencia y confianza, la vas llenando de orgullo y satisfacción (y sin ser Nochebuena, ¡olé!) de estar consiguiéndolo.

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